Cristo de la Buena Muerte
El coro de voces masculinas tiene un gran protagonismo durante el recorrido con la interpretación de varias piezas obra del compositor Enrique Satué, pero sin duda el momento álgido es el canto de “Oh, Jerusalem”, de Miguel Manzano. Aunque se repite durante otros instantes del recorrido, la procesión hace una parada en la plaza de Santa Lucía, donde se celebra el acto central. El canto del “Oh, Jerusalem”, compuesto en 1983 está basado, en su texto, en las Lamentaciones de Jeremías, y la música en el gregoriano, adaptado para poder ser cantado también mientras la procesión está en marcha. A la vuelta, ya en la iglesia, el acto más íntimo de los hermanos reserva otro cántico, “Vexilla Regis”, ya solo para los oídos de los cofrades