ZAMORANOS EN EL MUNDO - HEMEROTECA

De regreso a casa

Laura Patricia Rodríguez, en el centro Mystik Om, en un momento de la entrevista.

La terapeuta argentina, experta en chamanismo, Laura Patricia Rodríguez descubre al nacionalizarse española la historia familiar de su padre, natural de Zamora

08.01.2016 | 12:01

Silvia Fernández

De su niñez recuerda el dos y pingada, el arroz a la zamorana, las natillas, los polvorones, los sabores que su padre Luis Rodríguez, natural de Santa Marta de Tera, se llevó en la maleta hasta Argentina allá por el año 1923, cuando apenas contaba 12 años. Casi un siglo después la terapeuta y experta en chamanismo Laura Patricia Rodríguez vuelve a pisar tierra zamorana para compartir los conocimientos que atesora en distintas disciplinas relacionadas con el esoterismo, enseñanzas que engloba en el sistema creado por ella misma, "Golden Rose System", y empaparse de nuevo de aquellas historias de críos que le contaba su padre en Buenos Aires.

 Muy emocionada cuenta que fue en 2010 cuando por primera vez viajó hasta Santa Marta de Tera. Aunque sabía de sus raíces zamoranas, fue al nacionalizarse española cuando comenzó a indagar en la historia de la familia: en Zamora, por parte de padre, y en Asturias y Galicia, por parte de madre. Así supo que el 23 de abril de 1923, su abuela y su padre fueron dos de los pasajeros de un barco alemán que dejaba atrás la España del hambre en busca de nuevas oportunidades en un país entonces rico y lo más parecido al paraíso: Argentina.

 Desde pequeña "saboreó" Zamora entre los fogones de su casa. "Cuando mi padre estaba solo y me tenía que dar de comer, me hacía siempre lo que ustedes llaman el "dos y pingada"", rememora. Y recuerda también como creía que "todo el mundo hacía el arroz como en mi casa hasta que supe que ese plato era "arroz a la zamorana"".

 Hace cinco años recaló en Santa Marta de Tera y recorrió aquellos lugares y rincones de los que le hablaba su padre, desde el río Tera hasta la iglesia en la que su progenitor era monaguillo, el mismo templo en el que como todos los críos de la época "robaba" las hostias y se bebía el vino reservado para el cura. Y, por fin, conoció al resto de la familia. "Llegué al pueblo, me dirigí a la iglesia y allí estaba Celes, la mujer que contactó a la familia", explica la terapeuta argentina, licenciada en Citotecnología. Esa misma tarde, "con un calor de 40 grados", conoció a su primo Severiano. "Me llevó a su casa, hablamos, lloramos... me puse en contacto con su hija, que vive en Barcelona, y así recuperé a esta parte de la familia". Por eso, confiesa que estar en Zamora es "un regalo de Dios".

 Viajera incansable -se ha formado en Estados Unidos, Italia, Alemania, Inglaterra, Irlanda, Escandinavia , Perú y Bolivia, entre otros países- revela que cuando aterrizaba en España "hacia stop en Madrid y me iba. Sabía que si no lo hacía así, me quedaría". Y así fue. Vivió siete meses en España y a su tierra regresa cada vez que puede. "Es algo que está más allá de la mente. Vengo y me siento parte de ustedes: la comida, el color ocre de Zamora, el clima (aunque haga un frío del carajo)... Aquí me siento acompañada, mimada, querida", confiesa minutos antes de iniciar un curso formativo en el centro zamorano Mystik Om.

"Únicos en el mundo"


 Y de su experiencia por estas tierras entresaca como una sentencia que "los zamoranos son únicos en el mundo: recios pero amables, orgullosos de su provincia y guardianes de lo suyo, de sus ancestros, de sus reliquias".

 Como buena observadora, la chamanista, con un curriculum que apila desde estudios en religiones comparadas hasta conocimientos en alquimia y Kabalah o formación en Chamanismo con Foster Perry, en Los Ángeles, cree que el mal que aqueja a los españoles es el miedo, que trasladan a la vida cotidiana. "Tienen miedo a todo: a la guerra, a las relaciones, a cambiar de empleo, a perderlo...".

 Un miedo que a ella no la atenazó cuando dejó su trabajo como citotecnóloga en un hospital bonaerense tras percatarse de que acertaba con el diagnóstico de los pacientes antes de tener los resultados analíticos. "Desde pequeña tenía esa percepción", asegura.

 Años después y tras una completa formación que la ha llevado por todos los continentes, "menos África", y a estudiar con los mejores, Laura Patricia Rodríguez se ha convertido en una reconocida terapeuta que utiliza métodos como el Reiki, el chamanismo o el Feng-Shui, un compendio de enseñanzas que ella aglutina en el "Golden System Rose". "Básicamente se trataba de simplificar las enseñanzas sin perder la pureza", explica. Su método se sintetiza en sesiones privadas (sanación profunda); talleres vivenciales -"no doy material impreso, obligo a escribir"- y formación.

 A los escépticos que ponen en duda sus métodos para sanar, esta argentina de ascendencia zamorana simplemente les agradece las críticas porque "me hacen crecer". Y les ofrece sus credenciales: "Soy buena persona, nada fanática y duermo tranquila".