ZAMORANOS EN EL MUNDO - HEMEROTECA

Vacaciones con moraleja

Una voluntaria enseña a tejer a mujeres en la comuna de Colina.

Los zamoranos Concha Álvarez y Chema Payo participan en un intercambio de voluntariado internacional con mujeres y niños de las zonas más pobres de Chile

04.09.2015 | 19:09

B. Blanco García

 De colaborar como socios en la ONG Taller de Solidaridad, fundación promovida por las Siervas de San José, a pisar el terreno donde comprobar de primera mano cómo se ayuda a mujeres y niños de los países más necesitados del planeta, participando activamente en cada una de las labores que se realizan. Es el paso que han dado este verano los zamoranos Concha Álvarez y Chema Payo, quienes se desplazaron a principios de agosto a Chile para vivir esta experiencia.

 "Quería conocer la realidad que se vive en estos lugares y compartir con ellos las vivencias, experimentar su forma de llevar el día a día", explica Concha Álvarez sobre su decisión de emplear sus vacaciones en donar su tiempo con los demás. Su destino fue Colina, una comuna que se encuentra a tan solo 25 kilómetros de la capital del país, Santiago de Chile, y que cuenta con 120.000 habitantes. "En los últimos años ha tenido un desarrollo de su población enorme, sobre todo por la construcción de dos cárceles en la zona", explica.

 A pesar de su proximidad con la capital, Colina sufre de un nivel de pobreza muy elevada. "Allí Taller de Solidaridad trabaja con las personas más vulnerables, sobre todo mujeres, cuyas necesidades son casi invisibles, y niños", enumera esta zamorana, que participaba activamente en cada una de las actividades que tenía la ONG, consiguiendo así una inmersión total con el resto de los voluntarios. De esta manera, por las mañanas acudía a los talleres de formación que se impartían para las mujeres. "Allí les enseñan desde tejer con telares tradicionales hasta elaborar productos naturales, como jabones, geles o cremas, y trabajar con el cuero o aprender repostería", enumera. "El objetivo es sacar a las mujeres de su entorno, que es bastante duro. Ellas están deseosas de aprender y se sientes muy satisfechas cuando ven que son capaces de hacer cosas", valora. De esta manera, esas nuevas habilidades que adquieren se convierten en una forma de incorporarse al mercado laboral y conseguir sacar a su familia adelante.

 Los niños, el otro colectivo en el que se vuelca Taller de Solidaridad, ocupaban las tardes de esta voluntaria. "Cuando salen del colegio se acercan al centro y allí se les ayuda con los deberes. Suelen ser menores con importantes problemas en su entorno familiar y nosotros incluso les dábamos la merienda y cena, porque algunos eso no lo iban a tener en casa", lamenta. Además de apoyo educativo, que se imparte a cerca de un centenar de niños, en la institución se les enseña valores. "Solidaridad, respeto y sobre todo amistad. Se crea así una red donde todos se hacen responsables de todos. Ellos se sienten tan queridos que hasta algunos de los voluntarios que se acercan allí cada tarde son antiguos alumnos del centro", destaca.

 Sin embargo, la labor más gratificante para ella ha sido la visita a las familias. "Tras dar las cenas nos acercábamos a algunas casas donde tenían verdaderos problemas, pero siempre veías un rayo de luz en ellas. Eso ha sido lo más enriquecedor de esta experiencia", valora. "Me he sentido totalmente integrada en la comunidad y muy bien acogida", agradece

Labor de educador

Por su parte, su compañero, Chema Payo, con más experiencia en este tipo de actividades, ha desarrollado su labor como profesor en escuelas de Coyahique y Puerto Aysen, en la zona de la Patagonia. Su misión ha consistido en impartir charlas al claustro de profesores y equipo directivo de los centros para enseñarles la metodología y técnicas de liderazgo para docentes que se desarrollan al otro lado del Atlántico, también en escuelas pertenecientes a las Siervas de San José. Allí también ha ejercido de entrenador de baloncesto con los alumnos. "A los profesores de fuera nos reciben muy motivados, existe un respeto que quizá aquí ya se ha perdido. A pesar de vivir en un contexto familiar complicado, son educados, cercanos y cariñosos. Para ellos, el profesor es una figura en la que fijarse", agradece.

 De los colegios, destaca también las magníficas infraestructuras que tienen "con un ordenador para cada uno de los 40 alumnos que tiene la clase", subraya, y cómo se trabaja no solo la mente "sino también el cuerpo, las emociones y la espiritualidad en cada asignatura. Es una metodología muy curiosa la que desarrollan y además tienen un sistema educativo muy paternalista por parte del Estado", describe. "Allí todos aprenden que el estudio es la única salida para progresar", añade.

 Los dos voluntarios zamoranos aprecian la experiencia vivida. "Quizá no he aportado mucho, pero convives, te enriqueces y compartes con los demás", describe Concha. Para Chema, por su parte, estas vacaciones servirán para transmitir todo lo aprendido a sus alumnos del colegio Divina Providencia durante el próximo curso. "Queda un año por delante, pero yo recomendaría esto a todos, creo que es fundamental que la gente conozca de primera mano la labor que hace Taller de Solidaridad en otros países", anima ella. Una labor en la que se puede colaborar a través de su página web (tallerdesolidaridad.org) o acudiendo al colegio Divina Providencia de la calle La Reina para informarse. "Les recibiremos con los brazos abiertos", finaliza Chema Payo.