ZAMORANOS EN EL MUNDO - HEMEROTECA

Trotamundos con don de lenguas


Raúl Cimarras Pantaleón trabaja como profesor de inglés y español en la ciudad china de Shenzhen desde hace dos años tras vivir en Italia, Holanda y Portugal

27.04.2015 | 10:04

B. BLANCO GARCÍA Se le podría considerar un auténtico trotamundos. Italia, Holanda y Portugal han sido algunos de los últimos hogares del joven Raúl Cimarras Pantaleón, quien ha ubicado su residencia en China desde hace dos años. "Siempre tuve mucho interés en conocer Asia y conseguí una oferta de trabajo a través de la Universidad de Salamanca. Tomé la decisión por ganas de afrontar un reto personal en un país y cultura totalmente diferentes", reconoce este licenciado en Dirección y Administración de Empresas, con un máster de Español como Lengua Extranjera.

Aunque su primer contrato fue en principio por solo seis meses, lleva ya dos años como profesor de inglés y español en el país. "Contaba con experiencia en educación al haber trabajado en cursos internacionales de la USAL con extranjeros y también en Italia, como asistente y coordinador didáctico en el Instituto Velázquez y el British Institute", resume. Ese bagaje fue el que el que le condujo por este área, para así tener más posibilidades de alargar su estancia. "Estuve trabajando un año en un colegio privado como profesor de inglés y actualmente estoy en una academia de educación internacional enseñando español a estudiantes de bachillerato", apunta.

Shenzhen, su lugar de residencia, está muy cerca de Hong Kong. "Tiene una superficie y población de más de tres veces la de Madrid, pero aun así no es ni la tercera más grande de China. Es una ciudad muy moderna, desarrollada en los últimos treinta años y principal destino para recién licenciados que buscan oportunidades profesionales", describe.

Cuando llegó "a la aventura y a disfrutar de la experiencia" asegura que lo más complicado fue el idioma. "Tenía que hacer cualquier cosa solo, porque no conocía a nadie, y sin comunicación era casi imposible sentirse independiente en una ciudad tan grande. Pero tuve mucha suerte y todo el mundo fue muy amable sin conocerme", agradece. Por eso considera que los extranjeros son bien acogidos en el país. "Primero te preguntan si eres americano, pero cuando sabes que eres de España también te aprecian", asegura. Lo que más le costó es sentirse el centro de todas las miradas. "No te lo debes tomar como una ofensa, es simple curiosidad. Seguramente están buscando tu mirada para tener una excusa y practicar su inglés, preguntarte qué haces en China e interesarse por cosas como si estás casado o cuánto te ha costado tu teléfono móvil", bromea.

Ahora el idioma chino ya no es una barrera en su vida diaria, afortunadamente. "Estoy muy orgulloso conmigo mismo, me ha costado mucho estudiarlo diariamente, poco a poco, hasta con clases particulares y pasando un verano en Taiwan", recuerda". "Pero finalmente me puedo defender, entender la televisión, leer y escribir. Era mi principal objetivo, lo veía como una misión imposible y no es así. Es más fácil de lo que parece una vez inmerso en la cultura y el país. Sé que me queda mucho por perfeccionar, pero con paciencia puede que algún día vuelva a Zamora a dar clases de chino", vaticina.

Su estancia allí le ha ayudado a romper con varios mitos sobre los chinos. "Si pensábamos que los chinos eran muy trabajadores, a mi modo de ver, en España se trabaja más y más duro", sentencia. Y él es un claro ejemplo, ya que además de trabajar de lunes a viernes en la academia, los fines de semana imparte también clases. "Trabajo de forma intensa, pero al hacer lo que me gusta no se convierte en algo pesado. Además, soy una persona muy creativa y tengo total libertad para organizar mis clases siempre que obtenga buenos resultados", apunta.

Considera además que ambas poblaciones, la española y la china, tienen más semejanzas que diferencias, aunque en principio pueda parecer lo contrario. "Los chinos, en general, son muy amables y simpáticos, educados y respetuosos. Tienen muchísimo sentido del humor y son muy cercanos. Yo siempre he tenido la suerte de hacer buenas amistades", gracias a las cuales ha podido llegar hasta donde está ahora.

"Al principio necesitaba ayuda hasta para coger el autobús, era frustrante, pero a la vez me motiva para algún día ser capaz de ser totalmente independiente. Gracias a mis amigos chinos, especialmente Dan Li, que siempre ha estado allí cuando he necesitado cualquier coas, desde lo más básico hasta visitar al médico", asegura.

Y es que la amistad con los oriundos es más natural porque los extranjeros suelen llegar de paso. "Así es más complicado establecer lazos estrechos", razona. Con ellos va al gimnasio, sigue recibiendo clases de chino y sale a cenar. "Tengo la cocina de casa sin estrenar. En China son tantas las opciones para comer que nunca me canso y después de dos años sé dónde encontrar lo mejor y lo más barato", explica.

Su experiencia tan positiva en el lejano oriente le lleva a animar a cualquiera "con valentía y mente abierta", a probar suerte a miles de kilómetros. "Debes tener afán aventurero y ganas de aprender. Pero una vez que te haces a la idea y te gusta, lo que se puede sacar de esta experiencia es muy enriquecedor, tanto personal como profesionalmente", confiesa.

Junto a su madre y una amiga, degustando la gastronomía popular. | Foto cedida por R.C.

 

Con sus compañeros de trabajo, sentado, el segundo por la izquierda | Foto cedida por R.C.

 

El zamorano, durante una excursión a Macao, al sur del país | Foto cedida por R.C.