ZAMORANOS EN EL MUNDO - HEMEROTECA

El ritmo que rompe fronteras

La bailarina durante una actuación. Foto: Sergio Lardíez

La zamorana Eva Monforte Rodríguez recorre Oriente en un año sabático para centrarse en el estudio de distintas danzas del mundo

20.01.2014 | 08:01

B. Blanco García

Una decisión valiente, hacer borrón y cuenta nueva en la vida para encontrar su verdadero camino, le descubrió que la danza era lo que verdaderamente le hacía feliz. La zamorana Eva Monforte Rodríguez optó por abandonar una profesión estable como abogada de familia en Madrid y el paso ha sido definitivo. «Mi trabajo no me llenaba, pero no descubría qué quería hacer, así que decidí ahorrar para comprar tiempo e irme un año a viajar para meditar y descubrir qué quería hacer con mi vida». En esos meses, el baile se cruzó en su camino y lo tuvo claro. «Yo pertenecía a un grupo de danza oriental y nos llamaron para hacer diferentes actuaciones. Poco a poco, me di cuenta de que era feliz bailando, así que decidí que esos ahorros los iba a invertir en formarme en danza».

Empezó en octubre de 2012, un intenso viaje de un año que llevó a esta zamorana a recorrer Londres, La India, Sri Lanka o Estambul. «Recibí clases de danza contemporánea y clásica, flamenco, yoga, meditación e incluso bailes folclóricos turcos», enumera. Además, todo este aprendizaje le ha servido para apreciar los matices de cada especialidad y optar por la fusión. «Por ejemplo, al flamenco le añado los movimientos de la danza oriental, pero también introduzco aspectos más basados en el yoga, como son las respiraciones, meditaciones o visualizaciones. Además, al practicar reiki, aplico mis ideas sobre la energía en esa visión sobre el flamenco oriental», explica.

Su formación le ha abierto, además, las puertas de diversas escuelas de danza de Estambul, donde es habitual que viaje para impartir algunos talleres. «Esa ciudad me ha enamorado totalmente», reconoce, «pero sé que ahora mi sitio está en Zamora», añade. En la actualidad, Eva Monforte Rodríguez, cuyo nombre artístico es Eva Monro, pertenece a las compañías Alcalá Danza Oriental y M. T. Evolution Dancers y se ha mudado a vivir a Venialbo. Allí y en Villabuena del Puente da clase a cuarenta alumnos de todas las edades. Desde yoga o flamenco hasta clase de danza oriental, también para los más pequeños. «Les ayuda a aprender  coordinación y desarrollar su creatividad y psicomotricidad», indica.

Asegura que el folclore de esta zona es un ejemplo más de que la fusión existe desde hace siglos. «Sorprende ver, por ejemplo, cómo el Baile del Niño de Venialbo tiene pasos aprendidos en clases de danza turca. El Mediterráneo está relacionado y cuando empiezas a estudiar un poco este mundo descubres que las raíces de las danzas folclóricas son las mismas, están muy conectadas. Pero no solo en los pasos, sino también en el vestuario, los bordados o los colores», apunta.

La fusión también la vive en el flamenco, un mundo en el que ha investigado y se ha formado. «Este baile proviene de danzas indias y atravesó los Balcanes hasta entrar por los Pirineos y asentarse en Andalucía, arrastrando en este viaje una serie de influencias con las que se ha ido nutriendo, a través de diferentes sonidos e instrumentos. Payos y gitanos lo mezclaron  hasta crear el flamenco que conocemos hoy», resume. Aun así, considera fundamental formarse en las raíces de cada danza para entenderla por completo. «La base está en investigar. El ser humano siempre está creciendo en todos los aspectos, no solo en el baile, sino también en el arte en general. Lo que ahora no tiene nombre, con el paso del tiempo se acabará convirtiendo en una modalidad, como sucedió en su día con la danza contemporánea», compara. «Yo respeto el flamenco, pero también me abro a otras posibilidades, porque es un baile muy relacionado con todo lo árabe y lo oriental, los ritmos encajan y para mí esa fusión se hermana de maravilla», añade.

Por otra parte, esta zamorana reconoce que, personalmente, la danza le ha aportado mucho más. «Me he dado cuenta de que se trata de una trayectoria vital. De joven tuve dos accidentes de tráfico y me sentía con una movilidad muy reducida, engordé y estaba totalmente desconectada de mi cuerpo. Empezar a bailar fue como una reconexión y descubrir que podía hacer cosas, que empezaba a controlar mi cuerpo. Con todo ello, me empecé a sentir mejor conmigo misma y por eso la danza me ha llegado tan dentro, al igual que el yoga, sin el que ahora no podría vivir», asegura.

Uno de sus próximos proyectos está en la capital, donde formará parte del elenco de profesores de la nueva escuela de baile que pondrá en marcha el zamorano David Martín, conocido campeón mundial de salsa. «Nunca es tarde para comenzar a bailar, yo empecé con 21 años y ya llevo diez en esto, aunque todavía mis amigos se sorprenden al verme sobre un escenario», anima Eva Monforte.