ZAMORANOS EN EL MUNDO - HEMEROTECA

De la facultad al escenario

La zamorana , en uno de los bailes de época en los que suele participar.

Elisabeth García Bermejo, de Belver de los Montes, compagina su trabajo como profesora de universidad con su pasión por la moda y el espectáculo en París 

 

07.01.2014 | 08:01

B. Blanco García

Emigró con tan solo tres años a París, donde sus padres habían viajado un año antes en busca de un futuro mejor y en la actualidad es tan francesa como cualquier parisino, aunque se resiste a desprenderse de sus raíces zamoranas. Elisabeth García Bermejo, Tiki para los más allegados, es natural de Belver de los Montes, localidad a la que suele viajar un par de veces al año para visitar a sus tíos y primos.

«En un principio, mi padre, que ya había estado trabajando en Suiza y Bilbao, decidió ir a Burdeos, donde tenía a un familiar ya instalado. Después le aconsejaron que probara suerte en París, porque había más oportunidades. Además, allí tenía a un primo de mi abuela materna, que era fraile», relata Tiki, que por entonces se había quedado en el pueblo con sus abuelos maternos Mariano y Benita y su tía Pepa. En cuanto su padre, panadero de profesión en Belver, encontró un buen trabajo en la capital francesa, en las cocinas del lujoso restaurante  Le Fouquet´s, ella viajó para reunirse con la familia.

Recuerda cómo el idioma y el pasar bruscamente de la vida en un pequeño pueblo a la gran ciudad «fue lo más duro» de esta experiencia. «En los años 60 los franceses acogieron globalmente bien a los españoles. Tenían una imagen de ellos bastante folclórica y los veían como gente que llegaba de un país casi subdesarrollado. Hoy la imagen ha cambiado, pero también se les acoge bien porque saben que España atraviesa una grave crisis», indica esta zamorana, que subraya que los franceses ven a los españoles como «gente alegre, abierta y simpática. Les gusta todo lo que venga del país».

Sin embargo, reconoce que la emigración de la época de sus padres en comparación con la actual «es muy diferente» en cuando al perfil del emigrante. «En los años sesenta era una emigración rural. Llegaban a un país que necesitaba mano de obra, sobre todo en la construcción y en el servicio doméstico. Hoy en Francia estos puestos los ocupan los magrebíes, los emigrantes del Este y los sudamericanos», enumera. Además, la situación del país ha cambiado. «La crisis también afecta a Francia, donde hay paro, algo que no existía en décadas pasadas». Pero la diferencia más llamativa es la de los españoles que llegan a al país. «Provienen de grandes ciudades y tienen estudios superiores. Si en los años sesenta la solidaridad se creaba en los centros de acogida, como la Misión Española, donde trabajaba un tío mío, ahora Internet ocupa un importante lugar para recibir información», reconoce.

Siempre atenta a las noticias que llegan de España, últimamente lamenta que solo sean negativas, «hablando de crisis, paro, empresas que cierran o manifestaciones. Últimamente ha habido estudios de las cifras elevadas de los españoles que emigran, pero también de todos los franceses, alemanes o sudamericanos que estaban instalados en España y que regresan a sus países», advierte.

Preocupada por la situación de su país de origen confiesa que le «entristece» ver «que la historia se repite, que España, que había conseguido recuperarse bastante bien, haya vuelto a desmoronarse económicamente. Lo trágico ahora es que los emigrantes además no pueden esperar encontrarse con oportunidades como las que había en los momentos de prosperidad económica de los años 60».

Licenciada en Filología Francesa y Española y con una diplomatura en Traducción, es profesora de las universidades de París X Nanterre y Sorbona Nueva, donde realizó sus estudios. «La cátedra la tengo en Filología Española, que aquí en Francia abarca no solo el estudio de la lengua, sino también la traducción, la literatura y la civilización, tanto de España como de los países hispanoamericanos», explica. Imparte clases a alumnos de Filología y de Turismo. «A los franceses les encanta el español y todo lo que concierne a nuestra cultura, que viene asociada a una gran riqueza, pero también a la alegría de vivir, a la fiesta y al sol», señala.

Su trabajo le deja tiempo para tener, como ella califica «una intensa vida social» en la que denominan Ciudad de la Luz. Quedar con amigos, ir a cines, restaurantes, exposiciones, teatros, conferencias o participar en bailes y recepciones con trajes de época, además de tomar parte en desfiles y sesiones fotográficas de moda son actividades que están permanentemente en su agenda. Otra de sus pasiones es cantar, «especialmente en inglés», especifica. «Aunque me encanta, no puedo decir que tengo un auténtico talento, pero me apasiona estar encima de un escenario, como cuando participo en desfiles de moda o hago sesiones fotográficas. Eso sí que es auténtica pasión, me gusta mucho la moda», desvela.

Todo este ajetreo le hace disfrutar todavía más si cabe de sus visitas a su pueblo. «Echo de menos la tranquilidad y el sosiego de Belver y también el clima», reconoce. Aunque sabe que su futuro «está ligado a Francia» no descarta volver a España. «Uno nunca sabe lo que puede suceder en el futuro», comenta.